Él me prometió que volvería, que el tiempo se pasaría rápido, y que mientras tanto la Luna me acompañaría en su ausencia. Que ella sería nuestra mensajera de tantas palabras de amor que no pudimos llegar a decirnos.
Pero los días en soledad tampoco me gustan. Por eso vivo en la noche, porque es la única forma de estar con él. De sentir sus manos abrazándome, y recordar sus palabras. Mirando a la Luna veo su mirada, por eso me tiene tan envelesada. Cuando está llena es porque está triste, y cuando es nueva porque está sonriendo.
Ahora que sé que no volverás te odio. Por prometerme que volverías y por decirme que me querías. Porque prometí no quererte, y es ahora esa promesa la que está matando.
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