El poeta escribe aunque nadie lo lea; el poeta escribe con sus sangre, con su sudor, con su infierno blanco y su cielo lúgubre. El poeta no quiere rimar, ni hacer sonetos, el poeta sólo quiere sacar lo que no le cabe en la cabeza y que el papel aguanta. El poeta se arriesga a que alguien lo encuentre, a que alguien lo juzgue; el poeta escribe, por qué tanto ya no le cabe en la cabeza y necesita espacio para más, necesita dejar descansar algunos pensamientos en una hojas, así sin alteraciones
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